21/2/13

El síndrome de la clase turista.


Los viajes en avión, especialmente los de duración mayor de tres horas, pueden hacerse más saludables si se siguen una serie de recomendaciones; Debido a las características especiales de los aviones, algunas condiciones ambientales son diferentes a las que estamos acostumbrados en tierra: la presión atmosférica y de oxígeno, el ruido, la temperatura, las vibraciones, la humedad en el ambiente y el espacio disponible. Son todos ellos factores distintos a lo habitual, perfectamente adecuados para el viajero sano, incluso, para gran parte de pasajeros con enfermedades estables. La primera diferencia entre el ambiente de la cabina del avión y el de tierra se relaciona con la presión atmosférica. En contra de la creencia popular, los modernos aviones no están presurizados al nivel del mar. De hecho, en la mayoría de los vuelos, la presión dentro del avión es como si estuviéramos en tierra a una altura entre 1.500 y 2.500 metros. De esto se deriva una pequeña reducción barométrica, con un ligero descenso en la presión parcial de oxígeno dentro de la cabina. Al haber una disminución de la presión, todo el gas que contiene nuestro cuerpo tiende a expandirse. Por eso es aconsejable no ingerir comidas pesadas ni flatulentas desde el día anterior a nuestro vuelo. En altitud de crucero nuestro organismo se hace más sensible a ciertos alimentos. Los aviones de hoy en día tienen una humedad relativa en cabina más baja de lo habitual. Normalmente oscila entre un 10-20%. Por ello puede haber un efecto ligeramente deshidratante sobre las vías respiratorias, la córnea (particularmente debajo de las lentes de contacto) y la piel. Evitar el café y el alcohol desde el día antes de partir, ya que ambas sustancias tienen un cierto efecto deshidratante. Durante el vuelo es recomendable incrementar el consumo de líquidos (con agua o zumos) para evitar la sensación de sed y sequedad. No es aconsejable tampoco tomar medicación hipnótica. El día del viaje sería de gran ayuda utilizar alguna crema hidratante.

En la mayoría de los vuelos, sin importar qué tipo de avión, el espacio disponible es limitado. Esto reduce la posibilidad de movimiento. Estar sentado largos periodos es tolerable para la mayoría de los pasajeros; Pero, para algunos, hay una mayor posibilidad de que, por ejemplo, se les hinchen las piernas, o que les aparezcan algunos problemas circulatorios. Tal es el caso de la trombosis venosa profunda (el síndrome de la clase turista). ¿Qué podemos hacer? No colocar los bultos de mano de modo que impidan el libre movimiento de las piernas. Vestir ropa poco ajustada y preferiblemente confeccionada con fibra natural, para favorecer una menor presión sobre la piel y una mejor ventilación de la misma. Mover los miembros inferiores en el mismo lugar donde se está sentado (mover los dedos de los pies, los tobillos, flexionar y extender las piernas etcétera). Unos sencillos ejercicios pueden servir para reducir la sensación de cansancio, agarrotamiento y pesadez de las piernas, así como para disminuir la probabilidad de que se lentifique la circulación sanguínea, situación que aumenta por el hecho de estar sentado durante largo tiempo en un mimo lugar. La posibilidad de que puedan sobrevenir problemas circulatorios se puede reducir limitando el tiempo que permanezcamos quietos sentados. Por ello aconsejamos ponerse de pie, contraer los brazos y piernas e incluso dar ocasionalmente un pequeño paseo por la cabina, en aquellos momentos en que el servicio al resto de los pasajeros no se vea afectado y las condiciones de vuelo lo permitan.

Otros ejercicios que se pueden hacer en el asiento son: Inclinar suavemente la cabeza hacia un lado. Permanecer así durante tres segundos, expulsar todo el aire de los pulmones. Vuelve a la posición neutral y repite el ejercicio hacia el otro lado. El ejercicio se repite tres veces. Estira los brazos hacia arriba e introduce aire en tus pulmones. Mantén la posición durante tres segundos. Coloca los brazos detrás de la cabeza y echa fuera el aire. Repítelo tres veces. Juntando bien los dedos del pie y apoyándose sobre ellos en el suelo eleva el talón y permanece en esta posición durante tres segundos. Acto seguido apoya el talón en el suelo abre los dedos del pie y eleva éste. Este ejercicio debe repetirse tres veces. Además de estas pequeñas recomendaciones no dudes en preguntar a tu médico, que te podrá aconsejar con más amplitud según tu caso concreto.

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